El ciclo del agua es un concepto que incorporamos desde pequeños cuando aprendemos que el agua pasa por varias fases en las que se evapora, condensa y precipita. La realidad, pero, refleja que el ciclo hidrológico es mucho más complejo, como podréis apreciar a lo largo de este artículo. Y ahora, que estamos viviendo la era de la defensa y el cuidado por la Tierra y los recursos que nos proporciona, es importante conocer cómo se establece el control del ciclo del agua, y qué podría desestabilizarlo.
Hoy en día, tomamos una nueva conciencia y adoptamos hábitos de consumo respetuosos con el medio ambiente, cuidando el vínculo recíproco que tenemos con nuestro entorno natural, y por supuesto, con el Agua. Nuestro planeta nos necesita, y ya no estamos en condiciones de seguir afectando con nuestra actividad los ciclos que naturalmente ocurren en él. Claro que, para cuidarlos, debemos conocerlos bien. ¿Empezamos?
5 fases principales del ciclo del agua
El ciclo hidrológico es el proceso natural por el cual el agua circula en el planeta Tierra. Los científicos identifican este ciclo como uno de los más fundamentales a nivel biogeoquímico, en el que intervienen distintas transformaciones físicas del agua por acción de la temperatura y la presión que la llevan a transitar tres estados del agua: líquido, sólido y gaseoso. A continuación, un breve resumen de las principales fases que constituyen el ciclo orgánico del agua:
La evaporación del agua
En la primera etapa, el agua se evapora a la atmósfera a través de su interacción con la energía solar. Las plantas y los animales también forman parte de esta etapa transpirando y sudorando.
La condensación
Aquí el agua pasa de agua gaseosa a líquida cuando el vapor se enfría y se forman nubes. Estas son transportadas por acción del viento hasta precipitar.
La precipitación
Cuando el agua de la atmósfera llega a la superficie en forma de lluvia, nieve, granizo o aguanieve, vuelve al estado líquido.
La infiltración
El agua que volvió a la superficie se filtra en el suelo hasta alcanzar algún acuífero que, a su vez, creará un manantial natural.
La escorrentía
Al drenarse las aguas que proceden de la precipitación y comienzan a formar parte de ríos, mares, océanos u otras fuentes de agua.
Para conocer todavía más sobre este tema, no dudes en consultar en nuestro blog la entrada dedicada a «El esquema del ciclo del agua: Las 5 fases principales» donde lo abordamos en profundidad.
El ciclo hidrológico en números y porcentajes
Más del 97% del agua que encontramos en la tierra se encuentra en los océanos y mares. Esto quiere decir que la gran mayoría del agua en la superficie se trata de agua salada, y que únicamente un 2,5% del total es agua dulce. Dentro del agua dulce, el 69% está ubicada en los polos y en la cima de las montañas más altas y se encuentra en estado sólido. Solo el 30% del agua dulce se encuentra en el suelo y en los acuíferos. El 1% restante se escurre en las cuencas hidrográficas, arroyos, ríos y se deposita en superficies de agua.
Estos porcentajes de agua son las que se reponen y se reciclan regularmente a través del ciclo hidrológico. En el proceso del ciclo del agua, las moléculas de la misma se encuentran en diferentes estancias y puede pasar muchos años almacenada. En las capas subterráneas profundas, el agua puede mantenerse por diez mil años, mientras que en un glaciar 100 años y en el río se calculan 6 meses.
¿Se evapora más agua de la que se precipita?
El agua del planeta está en constante cambio, pero la cantidad total de agua existente en él no cambia. En este proceso cíclico, se produce un balance continuo en el que, mientras algo de agua se precipita, una se escurre y otra se infiltra.
Es decir, el balance total resultante de todos los procesos que constituyen el ciclo del agua es cero. Si nos fijásemos en cada cuerpo de agua, el balance sí que podría variar entre positivo o negativo. Por ejemplo, en los océanos, el balance sí es negativo, dado que más agua se evapora de lo que se precipita en ellos. Contrariamente, habrá zonas continentales en los que el balance será positivo: el agua evaporada será menor que las precipitaciones totales.
Actividades humanas que afectan el ciclo del agua
Son muchas las acciones que como humanos llevamos a cabo y que afectan profundamente el ciclo del agua. Distintas actividades como las agrícolas, las pecuarias, las acuícolas, las forestales y otras tantas que hacemos sin pensar en nuestro día a día, constituyen factores que transforman radicalmente los ecosistemas, llegando a dañarlos. Al modificar dichos equilibrios y sistemas naturales, estamos también afectando los recursos hídricos, y provocando un impacto ambiental que se traduce en afecciones en el ambiente y, por tanto, en el ciclo del agua.
Para entenderlo en profundidad, veamos en detalle cuáles son estas actividades que tienen una implicancia directa en el medioambiente:
- La agricultura y la ganadería intensivas: Las prácticas agrícolas masivas y no respetuosas son de las fuentes de mayor contaminación de suelos y aguas, puesto que el uso de agroquímicos infiltra metales pesados a través de escorrentías. Es decir, la agricutlura y la ganadería no son problemáticas de per se; lo serán en aquellos casos en los que las prácticas no sean las adecuadas. ¿A qué nos referimos? Por ejemplo, si en la ganadería no se gestionan bien los purines, o si se usan fertilizantes y pesticidas de forma excesiva en la agricultura.
- El desarrollo pecuario: La industria ganadera crece exponencialmente al paso que genera residuos y desperdicios que tienen un gran impacto en las fuentes de agua de todo el mundo.
- Explotación maderera: La desforestación tiene un efecto negativo muy profundo en el medioambiente, teniendo repercusiones directas en la calidad del agua y del aire a nivel mundial.
- Aguas residuales: La materia orgánica presente en las aguas residuales presenta un problema al tener una gran demanda de oxígeno.
- Aguas residuales de origen industrial: Anualmente, más de mil millones de toneladas de aguas residuales de origen industrial son descartadas a aguas subterráneas. Así, se produce una contaminación química producida por metales pesados, pesticidas, fertilizantes, y otros componentes sumamente tóxicos.
El agua contaminada representa un gran conflicto al contribuir a la escasez de un recurso tan necesario para la vida, es decir, que pone directamente en riesgo la salud de la población. Es por esto que es crucial que todos tomemos partido en esta situación para cambiar y salvar nuestros recursos. Proteger el ciclo del agua debe ser una prioridad y, como humanidad, debemos aplicar un marco normativo, sea a nivel personal, comunitario y/o global, que contemple esta situación. Cuidemos y conozcamos más este recurso natural tan importante para la vida en la Tierra; sin Agua no hay Tierra, ni Vida.