El embarazo es un estado muy delicado, en el que el cuerpo está sufriendo cambios profundos por los que tiene que pasar para poder crear vida en su interior. Este viene acompañado de ciertas molestias, especialmente en la zona lumbar, que son normales hasta cierto punto. Si notamos un dolor de riñón estando embarazada más profundo o duradero deberemos estar atentas a su evolución. Como hemos dicho, es medianamente habitual que aparezcan dolores de mayor o menor intensidad a partir del segundo trimestre de embarazo.
No suelen estar relacionados con estos órganos, sino más bien con zonas cercanas, como la columna, la pelvis o la espalda en general. De ahí que haya que prestar especial atención si descubrimos dolor de riñón embarazada, ya que puede ser síntoma de cólico renal. Con la delicada situación del embarazo, no hay que alarmarse en cuanto notemos algún dolor, sino más bien estar atentos a los cambios que se producen, escuchar mucho a nuestro cuerpo y, por supuesto, beber agua y comer equilibrado. Hoy aprenderemos a ver los síntomas y a paliar un poco los dolores en casa. Aunque si vemos que el estado no mejora hay que acudir inmediatamente al médico para que, con el historial en mano, pueda tratar a la paciente de forma adecuada.
¿Por qué aparecen dolores?
Para hacer espacio al futuro bebé, el cuerpo y los órganos de una embarazada tienen que ‘ocupar menos’ comprimiéndose para que el útero pueda aumentar hasta casi 24 veces su tamaño original. Este hecho, por supuesto, provoca que haya un estiramiento fuera de la normalidad y una debilidad de los músculos del abdomen. Acciones que generan una mayor presión en la espalda conforme el bebé se desarrolla.
De hecho, conforme vaya ganando peso el bebé, la columna vertebral de la madre se irá curvando hasta una posición no habitual para hacer contrapeso, cosa que, como es lógico, provocará ciertos dolores lumbares, uno de ellos la lordosis lumbar, causante de la tensión en la zona baja de la espalda y en los riñones. El dolor es parecido al de una ciática. Lo puede causar este problema, pues es relativamente simple que durante el embarazo se comprima el nervio ciático por una articulación de la espalda.
Todos estos cambios son difíciles de gestionar y hacen complejo detectar los dolores con certeza. Las contracciones que ocurren durante todo el proceso también pueden confundirse con el dolor de riñón estando embarazada, pero existe una diferencia fundamental. Esas molestias son intermitentes y tienen una frecuencia y un tiempo determinado. Esta información podrá ayudarnos a distinguir contracciones de lo que no lo son.
Si comienzan a ser recurrentes y no se van con reposo e hidratación es cuando tenemos que pensar que las causas pueden ser otras, como por ejemplo la formación de piedras o cálculos en el riñón. No es lo más común durante el embarazo, pero si la persona embarazada tiene historial de este problema es posible que aparezca. Sea por cálculos o por otro problema, el cólico renal es el motivo de consulta no ginecológico más habitual durante el embarazo. La parte ‘positiva’ es que no es un problema grave ni afecta al desarrollo de la gestación.
¿Qué es un cólico renal?
Para entender mejor una de las causas del dolor de riñón en el embarazo veamos con más detalle lo que es un cólico renal. Es un dolor de estos órganos causado por una obstrucción de agua en la vía urinaria. La causa más común de su aparición es la litiasis. Recordemos que una de las funciones principales del riñón es la de filtrar y eliminar cualquier sustancia que el cuerpo no necesite a través de la orina. El problema es que esos elementos pueden crear una ‘bola’ o piedra, cristalizar y finalmente formar un cálculo.
Estos cálculos suelen ser expulsados de forma espontánea pero también cabe la posibilidad de que se queden dentro, en alguna de las cavidades renales. De ahí que sea muy importante saber cuándo el dolor de riñón estando embarazada viene de una contracción o de un problema distinto. Durante la gestación se generan muchísimos cambios, tanto a nivel físico como hormonal, en el cuerpo, sobre todo en la vía urinaria, cosa que favorecerá sobremanera cualquier tipo de infección de orina, siendo una de ellas la litiasis en el riñón. Es más: los riñones tienen ‘más trabajo’ porque hay un aumento de la cantidad de elementos de desecho. Pueden acabar formándose cristales y derivando en cálculos.
Si a esta condición le sumamos la presión que el útero ejercerá cada vez más sobre la vejiga y las vías urinarias, obstaculizando la salida de la orina, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que se forme litiasis en el riñón e incluso un cólico nefrítico cuando el riñón intente expulsar el cálculo.
Síntomas
Hay ocasiones en las que el cálculo o cálculos se expulsen de forma autónoma y viajen desde el riñón a la vejiga para ser expulsados sin mayor problema ni dolor. Ese no es siempre el caso: es posible que mientras el cálculo esté viajando por la vía urinaria se choque y produzca obstrucciones en la salida de la orina. Comenzará a almacenarse por encima de esa zona de impacto.
El dolor de esta afección viene dado por la presión que sufrirá el riñón a partir de ese momento en el que no pueda expulsar las sustancias que filtra y cree innecesarias. El dolor es muy localizado y suele notarse en la zona lumbar, como si nos hubiesen dado un golpe muy fuerte. Otros síntomas son:
- Náuseas y vómitos.
- Malestar general.
- Picor o escozor al orinar.
- Ganas de ir constantemente al baño.
- Micciones frecuentes.
- Sangrado en la orina (poco frecuente).
- Fiebre (poco frecuente).
Queremos aportar una nota de tranquilidad y decir que tener piedras en el riñón no afecta para nada al feto (no produce malformaciones o un crecimiento anormal) ni complica su desarrollo durante el embarazo. El único riesgo viene de un dolor muy prolongado en el tiempo, que aumenta las probabilidades de un parto prematuro. De ahí que, si se detecta un dolor como el que acabamos de describir, se acuda inmediatamente al urólogo. Junto al ginecólogo que lleva el historial de la paciente, lleguen a la solución más adecuada y ofrezcan un tratamiento para el caso.
Aliviar el dolor de riñón embarazada
Cuando el dolor de riñones durante el embarazo no está producido por cálculos, no se considera grave. Lo causan el cambio de postura y los desequilibrios que se generan al sumar el peso del feto al de la mujer. Por ello, además de seguir las instrucciones de los profesionales, se pueden realizar algunas actividades para ayudar a aliviar los síntomas:
- Evitar permanecer mucho tiempo seguido en la misma postura, tanto de pie como sentada.
- Practicar ejercicio adaptado al estado en el que se encuentre la embarazada de forma regular. Algunas de las mejores opciones para este tipo de dolor son el yoga, el pilates y la natación.
- Aplicar calor o frío en la zona de dolor.
- Practicar reeducación postural para corregir la lordosis postural (si es esa la causa del dolor).
Si estos ejercicios no producen el efecto deseado, también se puede acudir a un fisioterapeuta para que ayuda a aliviar el dolor de la zona de los riñones. Además, también podrá enseñar algunos ejercicios que ayuden a la reeducación postural. También existe la opción, si el dolor es muy agudo y persistente, de utilizar un cinturón pélvico para ayudar a paliar un poco más las molestias cuando se camina o realiza ejercicio. Eso sí: siempre hay que consultar al médico antes de utilizar cualquier tipo de elemento externo.
Ejercicios para aliviar el dolor de riñón de embarazada
Para acabar queremos dejar una serie de ejercicios perfectos para mujeres embarazadas con ciertos dolores de espalda o de riñón. Aunque ayudarán a aliviar un poco las molestias, aquellas que no sufran tanto de ellas también pueden realizarlos. Ayudará a mejorar la postura y relajar una zona tan tensa y que carga en ese momento tanto peso.
Por supuesto, estos ejercicios no están hechos para ir con prisas y forzar el cuerpo. Se deben realizar pausadamente sin exigir más de lo que se puede hacer y teniendo siempre en mente la respiración. Se pueden repetir de 6 a 8 veces cada uno, aunque todo dependerá del estado físico de la persona:
- Para el primero hay que estar de pie, con la espalda recta y los riñones hacia dentro. Inspiramos para contraer de forma poco a poco los músculos abdominales, apretando las nalgas y empujando hacia delante. En ese momento espiramos. Si necesitas un punto de apoyo se puede colocar una mano sobre la barriga y la otra sobre la parte superior del trasero.
- El segundo ejercicio es la postura de la vaca: hay que ponerse a 4 patas con las piernas en ángulo recto y los brazos y la espalda perpendiculares al suelo. Poco a poco iremos encorvando ligeramente la espalda, enderezando a la vez la cabeza y levantando los glúteos todo lo que podamos, sin forzar. Se inspira mientras realizas el ejercicio y se espira al volver a la posición inicial.
- Nos tumbamos y flexionamos un poco las rodillas con las plantas de los pies apoyadas en el suelo y los brazos a lo largo del cuerpo. Curvaremos la espalda y bascularemos la pelvis, despegando la región lumbar del suelo y levantando la parte superior de las nalgas. A continuación se inspira y se expulsa el aire al volver a la primera posición.
Concluyendo…
En un estado como en el de la gestación debemos cuidar más que nunca nuestra salud y lo que comemos, pero también lo que bebemos. Una correcta hidratación puede ayudar a funcionar mejor a nuestros riñones, evitando la aparición de cálculos u otras molestias. En Peñaclara sabemos perfectamente lo que es un agua de calidad porque es con la que tratamos.
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