Otra de las típicas preguntas que se supone que sabemos, pero de la que dudamos. Ya nos hicimos una pregunta similar en el artículo de por qué el agua del mar es salada, y ahora nos volvemos a hacer una más o menos parecida o, al menos, con el mismo protagonista: ¿a qué temperatura hierve el agua?
Cuando se realizan este tipo de preguntas es cuando aparece la duda; sabemos que el agua puede hervir y perfectamente podemos obtenerla en nuestros hogares, ¿pero a cuántos grados debemos llegar para ver las burbujas que delatan el hervor? Seguramente alguien ha pensado, ya que son los 100 °C de toda la vida, y por eso mismo venimos hoy a comentar que no, el agua no siempre tiene por qué hervir a esa temperatura… Sigue leyendo que lo vamos a ver todo en detalle y, de regalo, comentaremos por qué el punto de hervor no siempre es lo mejor para algunas infusiones.
La respuesta final
El agua es uno de los elementos que nos dan la vida, y con la sequía que están viviendo muchas zonas del país es necesario ser todavía más consciente del uso que se hace de ella. Por eso es tan importante hablar de ella e informar de que no somos nada sin agua. Debemos aprender a cuidarla y a no desperdiciarla. Así que, ¿qué mejor forma de concienciar que con algunos datos curiosos?
Lo primero que tenemos que comentar es que, aunque ya lo hemos dicho arriba, no, el agua no tiene por qué estar a 100 °C para hervir. Hay un factor que hace que la temperatura varíe: la atmósfera. En zonas costeras, como Murcia, el agua sí necesita llegar a 100 °C para hervir, ya que la presión atmosférica es de 1 atmósfera en estas zonas. Sin embargo, no es el único factor que interviene:
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Altitud
Esta hace referencia también a la presión atmosférica: dependiendo de lo alto que una zona geográfica esté respecto a la atmósfera, la presión aumentará o disminuirá. Esta variación afectará al punto de ebullición del agua. Si estamos en una zona de gran altitud, como por ejemplo en el Everest, la presión es más baja, por lo que el agua no necesita una temperatura tan elevada para alcanzar su punto de ebullición. Bastarían con unos 68 °C aproximadamente para conseguir que hirviese.
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Impurezas
El agua tiene una serie de componentes que, hoy en día y debido a prácticas muy poco sostenibles, están cambiando. Las impurezas que podamos encontrar en ella no solo la contaminan y hacen que sea mucho peor para nuestro organismo, sino que interfieren en el proceso molecular del agua y hacen que se necesite más energía, es decir, más temperatura, para que el agua hierva o cambie de estado.
Como ves, estos 2 factores son muy relevantes a la hora de encontrar el punto de ebullición de nuestra agua. A la hora de cocinar también, ya que, si por ejemplo, le echamos sal a un cazo con agua que pretendemos hervir, habrá que tener en cuenta que, conforme añadamos elementos, sumaremos grados; 58 gramos de sal requiere 1 grado más para el punto de ebullición. Este fenómeno se produce por culpa de los iones de la sal, que ‘entorpecen’, por así decirlo, el movimiento y desplazamiento de las moléculas de agua, haciendo que vayan más lentas.
Toda esta información sobre los puntos de ebullición es especialmente importante en el contexto alimentario y culinario. Muchas recetas requieren que los alimentos se hiervan, haciendo de este proceso el punto clave.
Por eso queremos hacer un pequeño inciso para explicar que el punto de ebullición y el de fusión no son lo mismo. Estos conceptos suelen confundirse y sus definiciones entremezclarse, pero hay una diferencia clave: el punto de fusión hace referencia la temperatura en la cual la materia pasa del estado sólido al líquido y no está relacionada con el tamaño del cuerpo en sí ni la cantidad del mismo (es intensiva).
De ahí que sea fundamental en cocina saber el punto de ebullición de los alimentos porque si no podemos cometer errores que no solamente modificarán el sabor de la comida, sino que le eliminará a los alimentos las vitaminas o nutrientes que necesitamos en nuestro organismo. Te damos un pequeño consejo: usa para tus comidas un termómetro de cocina para medir la temperatura y que las recetas te salgan todavía mejor.
¿Hervir el agua mata bacterias?
Seguro que en alguna película o serie de televisión de apocalipsis o de supervivencia hemos visto alguna vez o escuchado un comentario sobre hervir el agua antes de ingerirla, sobre todo si no sabemos de dónde ha venido, para eliminar las bacterias. ¿Pero es esto cierto?
Esta es una de las pocas ocasiones en las que la ficción de las películas es real: sí, hervir el agua es uno de los métodos que ayuda a eliminar organismos que viven en ella y que pueden causarnos enfermedades (bacterias, virus, parásitos…). Pero hasta aquí hay que hacer caso a la ficción, porque hervir el agua no quiere decir eliminar sustancias químicas. Estas prevalecerán y pueden causarnos el mismo daño o más que un virus. El proceso de ebullición no elimina las impurezas ni los metales pesados presentes en el agua durante su recorrido por las tuberías hasta llegar a nuestras casas.
Sin embargo, también es bueno saber cómo realizar una ‘limpieza’ de agua contra organismos nocivos: se recomienda mantener el agua a temperatura de ebullición durante al menos 1 minuto para eliminar la mayoría de los organismos infecciosos. Por supuesto, cuando se vaya a manipular, hay que lavarse bien las manos con jabón; de esta forma evitamos contaminar el agua que ya hemos ‘limpiado’ o vamos a limpiar.
Además de la ebullición existen otros procedimientos para purificar el agua. Dependiendo del estado del agua y de su lugar de almacenamiento, se utilizará un solo método o se combinarán para poder obtener agua potable y libre de riesgos para la salud. Veamos cuáles son estas otras formas.
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Purificación con cloro
Este método es eficaz contra las bacterias que causan enfermedades transmitidas por el agua, pero no es tan eficiente frente a virus y protozoos (presentes en el agua no potable).
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Purificación con yodo
Este enfoque resulta efectivo contra bacterias, virus y otros microorganismos responsables de enfermedades transmitidas a través de este líquido.
¿Hierves bien el agua para el té?
Como lo prometido es deuda, queríamos hablar por última vez de a qué temperatura hierve el agua en el caso del té. No solemos darle mucha importancia, pero la ebullición en una infusión es fundamental tanto para el sabor del té o de las hierbas que vayamos a tomar como de la conservación de sus propiedades.
No podemos ni pasarnos ni quedarnos cortos: si la temperatura es demasiado baja, ciertos componentes del té no se disuelven de manera efectiva y las sustancias fragantes, que son las que se encargan de producir el aroma, no se liberan completamente.
Si, por otro lado, la temperatura es demasiado alta, la infusión se concentrará más y liberará demasiadas sustancias astringentes y amargas, (taninos o cafeína). El problema no reside solamente en el sabor, ya que el resultado será más amargo al paladar y enmascarará aromas más delicados, sino que eliminaremos propiedades, que ‘morirán’ por las altas temperaturas del agua.
Las catequinas y flavonoides, por ejemplo, son compuestos antioxidantes predominantes en el té blanco, verde y azul, que son susceptibles al calor. Una exposición prolongada o a temperaturas excesivamente altas puede debilitar e incluso neutralizar estos compuestos y hacer que nuestro organismo no los reciba.
El aspecto fundamental que debemos tener en cuenta cuando nos preguntamos a qué temperatura hierve el agua para tés o infusiones se basa en un ajuste de la misma, basándonos en lo delicadas que sean las hojas de la planta que vayamos a infusionar. Normalmente, las indicaciones sobre esta información vienen en la propia caja de té, pero queremos darte un pequeño truco: si las hojas son pequeñas y tiernas hay que infusionarlas en agua a baja temperatura. Si, por el contrario, son brotes gruesos y hojas más resistentes, lo mejor es utilizar agua hirviendo.
Para que te hagas una idea vamos a poner algunos ejemplos de parámetros de temperatura en distintos casos: los tés verdes de hojas pequeñas se infusionan mejor entre 50 y 70 °C; los tés blancos y verdes de brotes gruesos y hojas pueden llegar a los 80 °C; los tés amarillos a 90 °C y los negros, rojos y la mezcla oolong a temperaturas de entre 95 y 100 °C. ¡Recuerda estar pendiente también del tiempo de infusión! Cada hierba tiene el suyo, así que lo mejor es informarse primero para disfrutar de tu bebida en sabor y propiedades.
Ahora que ya sabes a qué temperatura hierve el agua y cómo usar el agua caliente de forma adecuada, es necesario recordar lo importante que es para nosotros y para el planeta entero. No somos la única especie que la necesita para seguir con vida; todo nuestro ecosistema está basado en el agua. Sin ella, no somos nada.
Por eso en Peñaclara nuestro objetivo es cuidarla, protegerla y realizar una extracción ética y segura, evitando por todos los medios cualquier tipo de contaminación. Por eso nuestra agua mineral natural es de origen subterráneo, está protegida de todo tipo de contaminación y posee una composición constante en minerales que le confieren propiedades favorables para la salud.
Sus oligoelementos, su idónea concentración y su interacción con el metabolismo humano son los que han conferido al agua sus diferentes propiedades terapéuticas. Si quieres realizar una compra online o te interesa ser proveedor, puedes ponerte en contacto con nuestro equipo, que estará encantado de poder compartir este tesoro de La Rioja que es nuestra agua Peñaclara.