Seguramente hayas oído hablar del magnesio y de lo importante que es para nuestra salud y nuestro cuerpo. Este nutriente suele verse en anuncios de televisión y forma parte de los elementos que se analizan en un hemograma dada la necesidad de nuestro organismo de adquirirlo. ¿Sabes cuál es una de las formas más simples de ingerirlo e introducirlo en nuestra dieta? ¡A través del agua!
Sí, aunque nos parezca un poco extraño, este líquido nos aporta mucho más de lo vemos, y el magnesio es uno de esos elementos. Además de poder consumirlo con un trago de agua, es necesario saber también que existen diversos tipos de magnesio, cada uno de ellos con unas propiedades. Dependiendo de nuestro estado de salud o de nuestras necesidades, es posible que necesitemos más de un tipo que de otro. Lo mejor será acudir al médico para que nos haga los análisis pertinentes y nos diga si tenemos alguna deficiencia, pero también es importante saber qué necesitamos para estar sanos. Por ello, veamos los distintos tipos de magnesio y los beneficios que tienen.
¿Qué es el magnesio?
Que hayamos oído hablar de él no significa que tengamos que saber qué es o para qué sirve. Este mineral, como hemos dicho arriba, es fundamental para nuestro organismo, pues es el que se encarga de muchos procesos fisiológicos, además de reforzar el sistema inmunológico y prevenir la aparición de estrés, haciendo que durmamos mejor.
Es un dato muy alarmante que casi el 70% de la población posea una deficiencia de magnesio, pues puede provocar problemas físicos y mentales. De ahí que existan múltiples suplementos de este mineral si no los conseguimos obtener a través de la dieta. Sin embargo, para que quede clara la importancia del magnesio en nuestro día a día, veamos todos los beneficios que podemos obtener:
- Control de la presión arterial: Este mineral ayuda a la relajación y dilatación de los vasos sanguíneos para mantener una presión arterial saludable.
- Sistema nervioso: Participa en la transmisión de estímulos nerviosos, facilitando una comunicación efectiva entre las células nerviosas.
- Contracción muscular: El magnesio es fundamental para los músculos, incluyendo el corazón, ya que regula la contracción y relajación muscular para un movimiento corporal correcto.
- Energía: Se necesita magnesio para sintetizar ATP (molécula encargada de almacenar y transferir energía a las células) y asegurar una producción de energía óptima.
- Salud ósea: Es uno de los elementos que intervienen en la absorción y metabolismo del calcio, de forma que ayuda a una correcta salud ósea y previene enfermedades como la osteoporosis.
- Regularidad intestinal: Posee propiedades laxantes suaves, favoreciendo el alivio del estreñimiento y manteniendo una regularidad intestinal adecuada.
- Reducción de estrés y ansiedad: Pero eso no es todo: el magnesio también tiene cualidades relajantes y puede ayudar a disminuir los niveles de estrés y ansiedad, promoviendo una sensación general de bienestar.
Tipos de magnesio
Ahora que ya conocemos todos los beneficios que puede aportarnos una ingesta correcta de este mineral (400 mg. en hombres y 320 mg. en mujeres), es momento de explicar los distintos tipos de magnesio. Aunque no supieses de su diferenciación, existen distintas tipologías y cada una de ellas tiene una función un poco más específica.
Si tienes un déficit de magnesio y no sabes cuál elegir, lo primero es saber que pueden clasificarse en 3 categorías dependiendo de su forma química: sales inorgánicas insolubles y orgánicas solubles y complejos orgánicos solubles. A partir de esta división obtendremos una serie de características que determinarán la biodisponibilidad (la cantidad del mineral que se asimila en el cuerpo de forma activa) de los tipos de magnesio, además de sus efectos y acción sobre nuestra salud.
Ahora bien, ¿por qué existen tantas categorías? El magnesio, a pesar de todos sus beneficios, no se absorbe de forma fácil en nuestro organismo, por lo que necesita de otra sustancia que lo transporte. Dependiendo de la que elijamos se absorberá más o menos y tendremos, además, una sustancia extra que nos ayude en nuestros problemas de salud.
De ahí que sea tan importante conocer los tipos de magnesio más comunes:
Óxido de magnesio
Está el primero y con razón, pues esta tipología es la más común y barata. Se obtiene calentando magnesio metálico, pero también es el que menos biodisponibilidad posee, por lo que hay que analizar antes de comprar. Con este tipo de magnesio se puede absorber entre un 4-10% del total. De ahí que, pese a ser muy económico, requiera de mayores cantidades de ingesta, cosa que puede producir efectos secundarios (diarrea, náuseas, cólicos…).
El uso más común del óxido de magnesio es la prevención y el tratamiento de una deficiencia de magnesio leve o para a aliviar síntomas de reflujo gastroesofágico.
Citrato de magnesio
Obtenemos esta combinación uniendo magnesio y ácido cítrico, presente de forma natural en las frutas cítricas. Además de compartir popularidad con el anterior, este tipo es de los que mejor absorbe y asimila el organismo. Suele recetarse cuando es necesario aumentar sus niveles en sangre y para mejorar el estado de ánimo, ayudando a reducir los niveles de estrés y ansiedad. Por si fuese poco, también interviene en la producción de serotonina, por lo que nos ayuda a dormir mejor.
Cloruro de magnesio
Esta sal inorgánica soluble se obtiene disolviendo magnesio metálico en ácido clorhídrico. Su excelente biodisponibilidad y sus múltiples usos hacen que sea tan popular, pues posee propiedades antiinflamatorias, antibacterianas, antifúngicas y desintoxicantes.
Además de fortalecer el sistema inmunológico (algo que el magnesio hace de por sí), este tipo en específico, al obtener las propiedades que le ofrece ácido clorhídrico, sirve para tratar afecciones como artritis, alergias, acné o incluso piedras en el riñón. Sin embargo, eso no es todo: puede mejorar la salud ósea general y regular el ritmo cardíaco, características que ya hemos comentado arriba.
Lactato de magnesio
Magnesio y ácido láctico dan como resultado uno de los tipos de magnesio que se pueden, de hecho, generar de forma natural dentro de nuestro organismo cuando hacemos ejercicio o fermentamos algunos alimentos. De ahí que sea de los que mejor asimila nuestro cuerpo, porque lo encuentra ‘familiar’, por así decirlo. Su baja concentración en magnesio y su pH neutro hace que no se produzca tanta irritación de estómago y/o de intestino.
Sulfato de magnesio
Este es sin duda el que más se ha empleado durante los siglos, pues forma parte del recetario medicinal tradicional. Magnesio y ácido sulfúrico dan lugar a un polvo blanco que se disuelve fácilmente en agua, conocido popularmente como sal de Epsom.
Posee propiedades laxantes y diuréticas, de ahí que se suela recetar o tomar en casos de estreñimiento, retención de líquidos o hipertensión. Sin embargo, no podemos olvidarnos de sus propiedades antiinflamatorias, relajantes y analgésicas.
Malato de magnesio
El ácido málico puede encontrarse de forma natural en frutas ácidas, como uvas o manzanas, así que mezclado con el mineral protagonista obtenemos uno de los tipos de magnesio más beneficiosos en la producción de energía. Este hecho se debe a que el ácido málico participa en la transformación de los nutrientes en ATP, de ahí que sus principales usos sean la mejora del rendimiento físico y mental y el alivio de la fatiga crónica y la fibromialgia.
L-treonato de magnesio
Es posiblemente uno de los tipos de magnesio más nuevos y modernos, diseñado sobre todo para la salud cerebral. Se necesita ácido L-treónico (derivado de la vitamina C), el cual, combinado con magnesio, es capaz de cruzar barrera hematoencefálica, una membrana cerebral encargada de proteger este órgano de sustancias nocivas, impidiendo a su vez que pasen también nutrientes beneficiosos.
De ahí que el L-treonato de magnesio sea tan importante, ya que, como puede pasar esa barrera, ayuda a la memoria y es capaz de aumentar el magnesio en el cerebro hasta un 15%. De esta forma podemos obtener mejores a nivel cognitivo, de memoria, de aprendizaje y de concentración.
Magnesio y agua
Además de en alimentos de hoja verde oscura, en semillas (calabaza, lino o girasol,) o en frutos secos (almendras, nueces y anacardos), el magnesio también está presente, como hemos comentado al principio, en el agua. Todo dependerá del tipo de agua que escojamos, de su pureza y de sus componentes.
No todas las aguas son iguales. Hay que tener en cuenta que todas ellas pasan por unos terrenos distintos. Esas formaciones geológicas aportarán una determinada cantidad de sales de calcio y magnesio, por lo que cuanto más calizo sea el suelo por el que pasa, más ‘dura’ será el agua. Y al contrario: si la geología se compone principalmente de granito (silicatos), la cantidad de calcio y magnesio será mucho menor.
El agua dura, por tanto, significará que posee más cantidad de minerales, pero debemos tener cuidado. Dependiendo de la calidad del líquido podremos beneficiarnos de sus componentes o tomar demasiados y llegar a provocar, incluso, piedras en el riñón. El ‘truco’ está en saber los niveles de calcio y magnesio para averiguar si es lo que nuestro organismo necesita. Investigar el agua que vamos a beber o dar a nuestros familiares o amigos no debería ser algo extraño, ya que en ello va nuestra salud.
Sólo un 1/3 de las aguas de grifo y minerales españolas tienen más de 15 mg/l de magnesio. Por eso en Peñaclara tratamos con el mayor respeto nuestra agua, la cual está especialmente recomendada para toda la familia gracias a sus oligoelementos, su concentración y su interacción con el metabolismo. También, por supuesto, cuenta con una cantidad del magnesio ideal para proteger el corazón y su actividad: 33,7 miligramos por litro. Es capaz de aportar, en función de la edad y el sexo, entre el 15% y el 50% del aporte de magnesio recomendado, por no hablar de su implicación en más de 300 rutas metabólicas. Sus propiedades de pureza original y naturalidad la convierten en una bebida esencial para reponer la cantidad de agua que nos hace falta.
Su origen subterráneo hace que conserve todas sus propiedades, incluida la cantidad de magnesio, sin estar expuesta a ningún tipo de contaminación. Por eso está indicada para cualquier etapa de la vida del ser humano, desde el embarazo hasta la vejez. Si quieres saber más sobre el agua más saludable de La Rioja o quieres hacerte distribuidor, solamente tienes que ponerte en contacto con nuestro equipo para que podamos asesorarte.